viernes, 7 de julio de 2017

Yo, sin ti, en la playa

El sol aprieta tanto que, para poder soportarlo, me obligo a soñar con Groenlandia.
Abro los ojos.
Como a quince metros de distancia de mi sudor, una chica se incorpora... 


4 comentarios:

Juan Herrezuelo dijo...

El calor invita a las ensoñaciones y pone a prueba el valor de autosugestión: Horacio Oliveira se imaginaba en Rayuela atravesando las estepas cubiertas de nieve mientras el sudor le corría por la cara y se entretenía en enderezar clavos en su sofocante piso bonaerense. Se cierran los ojos al sol y al mismo tiempo se abren a regiones más beatíficas, o se cierran allá y se abren de nuevo a un despertar que lleva aparejado el descubrimiento de que el dinosaurio del deseo sigue aquí, envuelto en el rumor de las olas.

Anónimo dijo...

Mucho tiempo sin leerte... Lega el calor, llegan los baños, y espero que también regresen tus magníficos cuentos. Me ha encantado.
Besos!!


María

Vicente Corrotea dijo...

Casi siempre desarmonizamos con la casa en que vivimos, o con el lugar en que trabajamos, o donde estamos descansando. Es normal como esperar leerte cuando aparece una entrada tuya.
Saludos.

Santi S. dijo...

Somos muy dependientes, eso es lo que me parece a mí, que como seres humanos nos cuesta mucho vivir solos.
Bellísimo texto, Raúl.